Uno de los principales problemas que tiene la Falange como idea y sobre todo como proyecto político es, no nos cabe duda, la inmensa cantidad de simpatizantes que ésta tiene y que bien podrían ser cientos de miles en toda España...
Problema y grave, en efecto, porque lo que en un principio podría ser muy positivo (una inmensa multitud de adhesiones), en realidad nunca pasa de esa categoría: sentir “simpatía” por la Falange; y hacerlo de una forma difusa, borrosa, una especie de amor platónico más o menos romántico e indolente, algunas veces hacia “lo que pudo ser y no fue” , otras veces hacia la herencia ideológica legada por padres o abuelos (más o menos mixtificada por el anterior Régimen), otras hacia una imagen falsa creada y mantenida por el stablishment del actual régimen plutocrático y antinacional desde medios de comunicación (manipulación), profesorado y casta política. ¡Y no podemos conformarnos! El simpatizante ha de pasar a afiliado, y el afiliado a militante, a soldado-político. Esa es la clave.
Con todo, estos cientos de miles de simpatizantes, no son malintencionados en su inmensa mayoría. Muchos, sencillamente, desconocen que la Falange, que las ideas y el movimiento falangista, viven, que trabajan y que incluso se presenta (siempre) a las elecciones. Que no están muertos, que no son parte de la historia, sino del presente y sobre todo del futuro más o menos inmediato. Y que es un movimiento y son unas ideas que con más o menos éxito, pero con toda la voluntad y el fecundo potencial que representan las tres siglas que desde este Círculo consideramos representantes del actual nacional-sindicalismo político (las organizaciones MNF, FA y las siglas históricas FE de las JONS, además todo sea dicho, la organización más grande de las tres), están vivas y mantenidos por unos pocos cientos de militantes a lo largo de toda España que pagan religiosamente sus cuotas mensuales y trabajan en muchos casos muy sacrificadamente, contra boicots, falta de medios e indiferencia, por lograr mantener alzada la bandera rojinegra en elecciones, actos, calles y campos de media España. Y que éstos militantes necesitan del apoyo de todos, pues con el apoyo de todos quienes se dicen simpatizar con la idea, sería mucho más fácil y factible, realmente factible alcanzar mayor y mejor visibilidad e, incluso, cuotas de poder.
En efecto, los principales problemas de los falangistas en 2011 son los de muchas otras épocas, pero agravados: falta de medios económicos (aquí no hay subvenciones), falta de brazos y cerebros que quieran ayudar por la razón de los hechos, afiliándose u ofreciéndose a colaborar; y en último lugar, y sólo en último lugar: boicot, prejuicios y manipulación de la idea o de la imagen. Las conclusiones a que llegaron los dirigentes de las 3 fuerzas políticas vivas de la Falange en la España de nuestros días en el encuentro público que mantuvieron en Alicante hace 4 meses, lo dejaron bien claro: seguir trabajando desde abajo, que quien simpatice o sienta el nacional-sindicalismo se una formalmente a alguna de las 3 fuerzas, redoblar el trabajo y la organización, acordar colaboraciones ocasionales entre unos y otros, y poco a poco lo que tenga que venir vendrá. ¡Y vaya si lo hará! De todo ello somos partícipes en este modesto colectivo falangista y a ello nos dedicamos: a trabajar. Porque, repetimos, lo principal es trabajar y dejar de lamentarse. Y hacerlo organizadamente, humildemente, disciplinadamente… ¡revolucionariamente! Porque no hay Revolución más fecunda que aquella que, a pesar de tener todo en contra, se hace porque es lo justo; y nuestras ideas lo son, las apoyen 500 personas ó 500 millones.
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